Estamos empezando un año lectivo, porque hemos convenido que empieza en marzo. Como poner una semilla...la del solsticio de otoño...medita en la brisa.
Si queremos un árbol grande, fuerte, sano... elegiremos una semilla que venga de un árbol con estas características.
Y de donde viene nuestra semilla? Nuestro árbol es nuestra familia karmica y nuestros ancestros, en mayor espectro el árbol de todas nuestras vidas...entonces es un año para limpiar, ordenar desde nuestra conciencia todos los pendientes que este en nuestras posibilidades descubrir, sanarlos y liberarlos.
Imaginen las redes que se han generado, los lazos, los nudos...Cuando ponemos una semilla en el mejor de los casos, sabemos a que especie pertenece, sabemos medianamente que aspecto suele tener, de todos modos el nuestro será único, también sabemos que tendremos que regarla, observarlo para poder darle la atención que requiera en cada momento y así después de un tiempo, obtener  el árbol que pretendíamos. Será un trabajo de todos los días, algunos con sol otros con menos sol otros...diferentes,  habrá que atravesar todos esos días. Cuando el árbol haya crecido dará cobijo a muchos, belleza, sombra, oxigeno...
Cada uno de nosotros somos esa semilla, que pertenece a una especie, que se alimenta por si mismo, del alimento que generamos entre todos. Que alimento generamos para que otros se alimenten? dependerá de la clase de árbol que vamos permitiéndonos ser. Permitimos que otros aniden en nosotros y los dejamos volar cuando están listos? Nos permitimos entonces seguir creciendo para lo que vendrá? Nos detenemos a sentir la brisa suave que genera algún pájaro que voló cuando ya ni siquiera lo vemos en su vuelo...sabemos, es una caricia. Cada especie genera sus caricias. Para alimentar el campo en que nacen nuevas semillas.
Amor de brisa, la caricia del trabajo realizado.
Con mi caricia reanudo el trabajo visible para esta etapa.
El cielo me acaricia...es el rastro de algunas semillas de estrellas...
Gracias la brisa me despierta.